Mesjid Besar (The Grand Mosque), vista desde la calle peatonal de mi hostal, en las mesas exteriores donde Peter y yo charlamos hasta la madrugada. |
¿Qué más recordaré de Singapur? Quizás los rostros alegres y minúsculos de las prostitutas que abrieron con teatricalidad impecable las puertas del prostíbulo en las calles de la zona roja mientras pasaba por ahí, los "divers" y "surfers" que compartieron su último cigarrillo con Iker, el joven que me siguió a todo lado, la posibilidad de atravesar el circuito de la Formula 1 de Singapur, dos días antes de su inicio,
La ciudad encendida en la noche,
y las luces de la celebración china de medio otoño, seis meses después de año nuevo.
Ciudad de juguete. ¿Dónde están sus esclavos? ¿Qué significa para una sociedad la ausencia de agricultores? Bajo las luces encendidas de su metro me preguntaba esto. ¿Dónde está su clase obrera? Están fuera de sus fronteras, detrás de sus controles rigurosos de seguridad, garantizando que no haya una súbita invasión urbana por los campesinos que cosechan sus alimentos. Ciudad-país de tránsito. Pero me preguntaba sobre todo ¿Qué es la patria sin la competencia regional? De qué se alegra el espíritu patriótico de uno si es que nada nuevo se descubre? Todos están allí en tránsito. Los que no, son hijos de otros en tránsito. En sus calles toda Asia bulle y se revuelve.