septiembre 16, 2012

LECTURAS: Respiración artificial, de Ricardo Piglia

(Descarga Respiración artificial aquí, en formato epub, mobi y pdf)

La novela de Piglia es intrínsicamente argentina. Detrás de las páginas late un mensaje que solo un argentino podría decodificar. Y la decodificación es quizá el tema principal de la novela. Pero detrás de esa constitución local está también el sentido absurdo de la construcción de la patria. Sobre todo Respiración artificial es una novela sobre el tiempo, y sobre la proyección, es decir, es una novela sobre la narración. El poder del escritor frente a su historia es siempre autoritario. Escribir es un acto bélico.

No hay mucho que decir. Dejo mejor citas de su libro, organizadas en dos temas.

Sobre la literatura:

Ricardo Piglia. Foto: Alejandra López.
www.elortiba.org
Ahora me doy cuenta que, no bien los hijos de mamá se van de casa, la realidad se les convierte instantáneamente en una especie de representación figurada de lo que fue por ejempo para Hermann Melville dedicarse a cazar ballenas en el mar blanco. Los bares son nuestros barcos balleneros, lo que no deja de ser a la vez cómico y patético.
¿De qué sirve, joven, contar, si no es para borrar de la memoria todo lo que no sea el origen y el fin? Nada entre el origen y el fin, nada, una planicie, árida, la salina, entre él y yo, nada, la vastedad más inhóspita, entre el suicida y el sobreviviente.
Escribir una carta es enviar un mensaje al futuro; hablar desde el presente con un destinatario que no está ahí, del que no se sabe cómo ha de estar (en qué ánimo, con quién) mientras le escribimos y, sobre todo, después: al leernos. La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo.
Hay pocas ideas en las Universidades (hay pocas ideas en todos lados, Wittgenstein tuvo deos en toda su vida) pero todos creen que eso que piensan es una idea. Ideas pocas, hipótesis originales escasísimas, oro fino; el robo es el fantasma que recorre las universiones europeas (y no solo europeas).
Contar es entonces para mí un modo de borrar de los afluentes de mi memoria aquello que quiero mantener alejado para siempre de mi cuerpo.





Sobre el poder y la utopía:

No es cierto, entonces, que el dinero corrompa; son la corrupción y la muerte las que han producido al dinero y lo han erigido en el Rey de los hombres. Su carácter arbitrario, ficticio, el hecho de ser el signo abstracto que asegura la posesión de cualquier objeto que uno pueda desear, esa lógica universal de los equivalentes que en el dinero se encarna, es lo que ha obligado a la razón a adaptarse a un esfuerzo de abstracción que está en el origen mismo de la capacidad de razonar, en el origen mismo del logos.
El destierro, el éxodo, un espacio suspendido en el tiempo, entre dos tiempos. Tenemos los recuerdos que nos han quedado del país y después imaginamos cómo será (cómo va a ser) el país cuando volvamos a él. Ese tiempo muerto, entre el pasado y el futuro, es la utopía para mí. Entonces: el exilio es la utopía.
Esa marcha afiebrada de los aventureros que avanzaban ávidamente hacia el oeste, ¿qué era sin no una búsqueda de la utopía por excelencia: el oro?
Sólo en la mente de los traidores y de los viles, de los hombres como yo, pueden surgir los bellos sueños que llamamos utopías.




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