Si bien el estilo de Enrique Vila-Matas tiene toques geniales, la pretensión de Bartleby y compañía esconde entre sus páginas el problema fundamental de la comunidad literaria
La edición de Anagrama |
Oscar Wilde es
quizás la figura que representa mejor este libro: el punto más álgido de la
élite, la cima más respingada de la literatura. Como si las letras fueran la
moneda que separa al culto burgués del pueblo ignorante. Detrás de la
genialidad de Wilde siempre estuvo su casi imperdonable pedantería, una
característica terriblemente burguesa. Claro, los literatos no solo le perdonan
esa actitud, sino que la alaban ,la adoran, la quieren para sí mismos (¿Y quién
puede negar la genialidad del dandy más pulcro de las letras?). Todos los que
han escogido la literatura (y la escogen no como profesión, sino como acto de
fe, como religión) actúan como si estuvieran buscando la verdad detrás de la
palabra, pero lo que se busca es el guante blanco, el pedestal, el banquito
donde subirse para ver correctamente a las masas, tapándose las narices.
Esto queda claro en la actitud del narrador:
Es como si para pertenecer a tal club es necesario recitar la contraseña que Chesterton ha planteado en su El club de los negocios raros, y solo así entrar a su restaurante exclusivo. El
artificio más efectivo de la literatura no es la metáfora, sino el elitismo
intelectual. La novela de Vila Matas no es solo una oda a ese elitismo, sino
que tiene la doble función de servir como un pequeño manual para literatos.
Para escalar posiciones los burgueses usan dinero. El sueño burgués es el
descubrimiento del petróleo en su patio trasero. Los literatos, eliminando el
dinero en favor de la originalidad, usan
como moneda el name-dropping, y su sueño es el descubrimiento del poeta
escondido, internado al manicomio, asesinado por travestis celosos, embriagado
de soledad, lanzando frases geniales al ruido de algún mercado lejano. Encontrar
a tal poeta determina el protagonismo en el ritual religioso del literato,
celebrado cada fin de semana entre sus altares cubiertos de alcohol. Pues bien, ahí
está la novelita de Vila-Matas, una detallada recopilación sobre escritores,
algunos innegablemente gigantes, otros casi desconocidos (pero con credenciales
impecables, aprobadas por las más importantes creadores de la burguesía
intelectual), y una serie de interesantísimas anécdotas sobre ellos. A momentos
la palabra “interesante” no es aquí sarcástica. Pero nunca se justifica la
ficción detrás de las anécdotas. Nunca llega la voz narrativa a tomar una forma
que ejerza validez en esas anécdotas. Se acerca, en un momento, en el encuentro
ficticio con Salinger en un metro de Nueva York, el momento más llamativo de esta novela. Novela?
Esto queda claro en la actitud del narrador:
Me gustaría haber creado en el lector la cálida sensación de que acceder a estas páginas es como hacerse socio de un club al estilo del club de los negocios raros de Chesterton, donde entre otros servicios el Bartleby Reunidos --tal sería el nombre de ese club o negocio raro-- pondría a disposición de los señores socios algunos de los mejores relatos relacionados con el tema de la renuncia a la escritura.
Edición en inglés |
Enrique Vila-Matas |
(¿Más libros gratis? sugerencias y peticiones en twitter: @metouma)
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