agosto 21, 2011

¿El sol se levanta, de Ernest Hemingway?

Edición en español
Primera edición

¿A alguien más le parece absurdo que un título tan significativo como The Sun Also Rises sea traducido al español como Fiesta? Parecería sencillo encontrar un equivalente al español: El sol también se levanta. Pero el título no parece andar bien así. La decisión de Fiesta seguramente viene de la dificultad de traducir el verbo to rise a manera de amanecer-levantar no funciona exactamente en tal contexto. Hemingway bautizó la novela que lo convirtió en la figura principal de la literatura americana con un fragmento de su segundo epígrafe, una cita de Ecleciastés:
One generation passeth awaty, and another generation cometh; but the earth abideth forever... The sun also ariseth and the sun goeth down, and hasteth to his place where he arose. The wind goeth toward the south, and turneth about unto the north; it whirleth about continually, and the wind returneth again according to his circuits... All the rivers run into the sea, yet the sea is not full: unto the place from where the rivers come, thither they return again. 
La traducción al español de la cita (tomada de la biblia de Reina Valera de 1960) dice "generación va y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta." El primer epígrafe del libro es la famosa frase de Gertrude Stein, "You are all a lost generation," refiriéndose a todos los escritores, artistas y resto de mortales que les tocó vivir el mundo después del dolor de la Primera Guerra Mundial.  El título, entonces, se refiere a la construcción generacional, a la circularidad de la naturaleza y a la resignación frente a la insignificancia del tiempo que tenemos. Parecería que en la cita de Eclesiastes also no significa también, sino algo similar en español a de la misma manera en que. Por lo tanto, la cita dice, más o menos, que las generaciones van y vienen, de la misma manera en que el sol sale y cae: The sun also rises. Esta circularidad y esta resignación, las heridas de la guerra, el regreso a la fiesta, la vida en París, la distancia de la patria norteamericana, todos son motivos que recuerdan constantemente esta circularidad. El sol por sí mismo es un motivo recurrente en la novela, especialmente en el ambiente de las festividades, la corrida de toros contrastándose con la oscuridad y la embriaguez de las noches. ¿Fiesta? ¡Por favor!

Estoy de acuerdo en que El sol también se levanta no es un título oportuno. Pero Sale el sol o El sol sale, o mejor aún, El sol se levanta son todos títulos que funcionarían mucho mejor que la simpleza de Fiesta. Quizás Hemingway no estaría de acuerdo conmigo, con su afición por la sencillez, pero no anda por aquí como para contradecirme.

(No es el único caso de una mala traducción de un título de Hemingway. Su novela póstuma, A moveable feast, es traducida al español como París era una fiesta. El título fue sugerido a la esposa de Hemingway, quien editó el libro, por un amigo que recordaba que alguna vez el maestro le había dicho "If you are lucky enough to have lived in Paris as a young man, then wherever you go for the rest of your life, it stays with you, for Paris is a moveable feast." La cita entera fue traducida al español terminando con la frase "porque París es una fiesta que nos sigue." Y a pesar de las etimologías, el cambio de feast a fiesta no es algo que me convenza. Especialmente en el contexto de Hemingway, la importancia del exceso y la embriaguez. ¿Y por qué la decisión del verbo en pasado, París era una fiesta? No estoy de acuerdo. No funciona. Pero no hablo mucho de éste porque, lo confieso, aún no lo leo.)

Estas malas traducciones me recuerdan también a la horrible, desafortunada y ridícula traducción al español de los libros de Tolkien, donde Bilbo y Frodo Baggins son Bilbo y Frodo Bolsón. Los bolsones, cargando en sus dedos el destino de toda la Tierra Media. Qué estupidez.

Volviendo a The Sun Also Rises, y dejando atrás la traducción, sí debo decir que me tomó algún tiempo acostumbrarme a su narración. Quizás fue que leer en inglés todavía me resulta difícil, pensar dos veces en cada palabra y tratar de descubrir si hay algún artificio detrás de ciertas construcciones linguísticas. Eso a pesar de la prosa sencilla y llana de Hemingway. Pero fue difícil también porque su narrador-protagonista, Jake Barnes, es un hombre pasivo. La acción está centrada en esa pasividad, construida a partir de su impotencia, del misterio de su herida de guerra que nunca se revela, no solo porque su ocultamiento funcione como una estrategia literaria, sino también porque el silencio del protagonista es parte de una rendición, un abandono total de la esperanza, un dolor profundo y desgarrador, representativo de los hijos de la Gran Guerra, a los que Stein había bautizado como la Generación Perdida. Y esa pasividad se filtra en las primeras páginas del libro. Poco a poco fui notando que la construcción de la tensión narrativa recae precisamente ahí, en esa especie de lentitud sarcástica, ácida, pero triste y terrible en el fondo.

Mi edición, Scribner

 La impotencia del narrador no es necesariamente física, sino que se vuelca también a su principal función en la novela, la narración. Jake Barnes es un narrador debido precisamente a esa impotencia, relegado a observar las pasiones de la mujer a la que ama como una corrida de toros, desde la distancia segura del palco. La tensión de la novela se maneja precisamente en la reiteración de reflexiones sobre la condición de la masculinidad, el enfrentamiento al peligro y a la muerte, incluso la solvencia económica. Pero es Brett Ashley, la condesa, quien maneja los destinos de los hombres que la rodean. Todos se ven esclavizados y perdidos por esta mujer increíblemente equilibrada entre una antipatía ruidosa y una belleza física y espiritual. Es fácil encontrar en ella las nociones que la vuelven antipática, pero es más fácil enamorarse de ella, inclusive como lector, por lo que su antipatía se transforma en una molestia dulce y delicada, imposible de resistir.

Y como mucha de la literatura de la época fue llevada al cine, también hay una película (que no he visto) con Ava Gardner como Brett Ashley. Es una buena elección, aunque para mí Brett siempre tuvo el rostro de Hepburn.

Otra cosa. He crecido toda mi vida escuchando a gente hablarme sobre las corridas de toros, y nunca he sentido ganas de ver una. Hemingway lo logró en un par de párrafos (aunque... meh, no creo).



Que el lector adivine quién de estos es Ernesto