febrero 27, 2010

El Blog y la Nostalgia

Han pasado algunos años desde que dejé un par de blogs atrás, y decidí que quizás esto no era lo mío. Regreso con cierta nostalgia, con el convencimiento de que esto del blog está pasando de moda, y que esa es exactamente la razón por la cual es bueno volver. Hacer públicas algunas de mis ideas me ha hecho pensar en la inmediatez de la comunicación, en las (generalmente deplorables) nuevas tendencias de la Internet y especialmente en esta salvaje carrera tecnológica que vivimos desde hace un par de décadas.

Que el mundo moderno es un mundo agresivo no está en discusión. Pero más allá de los obvios conflictos, el siglo XXI ha sido silenciosamente agresivo en la vida cotidiana del hombre occidental. Entramos en él con la costumbre de la publicidad, el marketing y el neo-liberalismo, convencidos de que esta forma de vida apresurada y violenta era no solo la única, sino la forma de vida correcta. Hemos llegado al punto de autoesclavizarnos frente a millones de pantallas y colores. El hombre moderno es el hombre que con la cámara en la mano y la mente vacía se para en Times Square a admirar lo que podría comprar si hiciera el correcto sacrificio de disfrutar menos de su vida. La vida sin teléfonos celulares y lap-tops se ha vuelto casi inconcebible para algunos. La idea es la inmediatez, la productividad. Estamos convencidos que esto es comodidad y necesidad.Necesitamos esta forma de vida. Nos nutrimos de ella. Vivimos más que nunca encadenados a un sistema que, al parecer, no va a ningún otro lado que a su propia destrucción. El encadenamiento a este tipo de tecnologías nos hace vulnerables, y nos vuelve agresivos.

Sí, no he dicho nada nuevo. Estoy, al igual que millones de personas alrededor de la Tierra, profundamente convencido de lo terrible que es esta esclavitud. Estamos conscientes de que estamos perdidos. Lo sabemos; todos lo sabemos si es que nos ponemos a reflexionar: el futuro cercano, en este ritmo de vida, es definitivamente imposible. No es cuestión de pesimismo. El hombre positivo es el hombre ignorante (sector demográfico en constante crecimiento). Pero en el fondo no hay ningún problema, porque cuando la angustia nos golpea el hombro siempre podemos ignorarla con los juegos instalados en mi nuevo iPhone.

No me lavo las manos. Soy culpable, al igual que todos, de entregarme a este esclavismo. Es fácil caer en las tendencias, especialmente cuando se transforman en una necesidad. Pero me molesta infinitamente nuestro intento de demostrar superioridad. Somos, al parecer, infinitamente superiores de lo que fueron nuestros antepasados hace 50, 100, 1000, 10000 años atrás. Vemos la historia por sobre el hombro, con una sonrisa orgullosa, burlona. Así nos la enseñan.

Hoy todo es inmediato. Y no hay un problema evidente en este hecho: todo lo que sucede en el mundo puede llegar a nuestras manos en menos de segundos. Nadie puede negar que este es un avance importantísimo en la historia de la humanidad. El hombre contemporáneo se regocija de orgullo. Pero de esta inmediatez surge nuestra mayor cárcel: estamos condenados a que nada sea masticado. ¿Cómo puede surgir un proceso de reflexión si es que cada noticia es leída y descartada en segundos? Somos mucho menos reflexivos de lo que éramos años atrás. Por eso el éxito del twitter, porque permite tener 140 caracteres de la sabiduría comprimida de, digamos, Britney Spears oSnoop Dogg.

O de ella, si es que se busca algo más profundo

O de ella, si se busca algo más profundo

¿Y cuál es la idea detrás de twitter? Además del obvio y espantoso vouyerismo, lo inmediato y lo resumido. El vacío editorial. Todo sucede con la velocidad y el contenido de un twitter. En la Internet hemos abreviado, sin necesidad, el idioma, y nos hemos entregado a una vida social virtual que no interrumpa lo que es verdaderamente importante: trabajar para comprar un montón de mierda.

Por eso el blog parece tan nostálgico ahora. Acabo de colgar a la red una opinión de más de 600 palabras, pero así soy yo, anticuado. La nostalgia ahora es igual de inmediata. Niños de 18 años recuerdan con una sonrisa cuando Facebook no tenía juegos. “¿Te acuerdas de Windows XP?” se preguntan unos a otros, recordando con nostalgia el sistema operativo de aquellos días, cuando todavía no había Blackberrys y el iPod era en blanco y negro. “Tantos años atrás. Te extrañamos, 2005″.

Y así se nos escapa poco a poco el pasado. Los límites de lo que fue y de lo que se nos viene se acortan, y nos encadenamos felices a vivir el presente, inmediato. Inmediatamente. Mediáticamente. Y eso nos hace superiores. Hace 100 años, el hombre promedio dormía alrededor de 9 horas 30 minutos. Ahora dormimos un promedio de 7 horas. Qué vagos eran antes. Deplorable.

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